El tango, San Lorenzo, Borges, su barrio y su primer trabajo con una mujer cercana al comunismo, la cocina, su vocación, el dolor y el resentimiento, el drama del aborto y la educación sexual… Por supuesto, la nueva evangelización. Extraídas del libro “El Jesuita”, de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, transcribimos diez fragmentos particularmente reveladores.
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El cardenal Bergoglio lava los pies a jóvenes |
Trabajo
“Le agradezco tanto a mi padre que me haya mandado a trabajar. El trabajo fue una de las cosas que mejor me hizo en la vida y, particularmente, en el laboratorio aprendí lo bueno y lo malo de toda tarea humana (…). Allí tuve una jefa extraordinaria, Esther Balestrino de Careaga, una paraguaya simpatizante del comunismo que años después, durante la última dictadura, sufrió el secuestro de una hija y un yerno, y luego fue raptada (…) y asesinada. Actualmente está enterrada en la iglesia de Santa Cruz.
La quería mucho. (…) Me enseñ[ó] la seriedad del trabajo. Realmente, le debo mucho a esa gran mujer”. (El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pág. 34)
Vocación
Cuando rondaba los 17 años, un 21 de septiembre (día en que en Argentina los jóvenes celebran el día del estudiante), se preparaba para salir a festejar con sus compañeros. Pero decidió arrancar la jornada visitando su parroquia. Cuando llegó, se encontró con un sacerdote que no conocía y que le transmitió una gran espiritualidad, por lo que decidió confesarse con él. “En esa confesión me pasó algo raro, no sé qué fue, pero me cambió la vida; yo diría que me sorprendieron con la guardia baja”. Más de medio siglo después lo interpreta así: “Fue la sorpresa, el estupor de un encuentro; me di cuenta de que me estaban esperando. Eso es la experiencia religiosa: el estupor de encontrarse con alguien que te está esperando. Desde ese momento para mí, Dios es el que te ‘primerea’. Uno lo está buscando, pero Él te busca primero. Uno quiere encontrarlo, pero Él nos encuentra primero”.
“Primero, se lo dije a mi papá y le pareció muy bien. Pero la reacción de mi mamá fue diferente. La verdad es que la vieja se enojó mal”.
(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 45-47)
Nueva Evangelización
“La Iglesia, por venir de una época donde el modelo cultural la favorecía, se acostumbró a que sus instancias fueran ofrecidas y abiertas para el que viniera, para el que nos buscara. Eso funcionaba en una comunidad evangelizada. Pero en la actual situación, la Iglesia necesita transformar sus estructuras y modos pastorales orientándolos de modo que sean misioneros. No podemos permanecer en un estilo ‘clientelar’ que, pasivamente, espera que venga ‘el cliente’, el feligrés, sino que tenemos que tener estructuras para ir hacia donde nos necesitan, hacia donde está la gente, hacia quienes deseándolo no van a acercarse a estructuras y formas caducas que no responden a sus expectativas ni a su sensibilidad. Tenemos que ver, con gran creatividad, cómo nos hacemos presentes en los ambientes de la sociedad haciendo que las parroquias e instituciones sean instancias que lancen a esos ambientes. Revisar la vida interna de la Iglesia para salir hacia el pueblo fiel de Dios. La conversión pastoral nos llama a pasar de una Iglesia ‘reguladora de la fe’ a una Iglesia ‘transmisora y facilitadora de la fe’”.
(De las Orientaciones para la promoción del Bautismo, de la Arquidiócesis de Buenos Aires, en El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, p. 77-78)
Divorciados en la Iglesia
-¿Qué les diría a los divorciados que están en una nueva unión?
-“Que se integren a la comunidad parroquial, que trabajen allí porque hay cosas en una parroquia que las pueden hacer ellos. Que busquen ser parte de la comunidad espiritual, que es lo que aconsejan los documentos pontificios y el Magisterio de la Iglesia. El Papa señaló que la Iglesia los acompaña en esta situación. Es cierto que a algunos les duele no poder comulgar. Lo que hace falta en estos casos es explicarle bien las cosas. Existen casos en que esto resulta complicado. Es una explicación teológica que algunos sacerdotes exponen muy bien y la gente entiende”.
(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pág. 91)
Aborto y derechos de la mujer
-“La batalla contra el aborto la sitúo en la batalla a favor de la vida desde la concepción. Esto incluye el cuidado de la madre durante el embarazo, la existencia de leyes que protejan a la mujer en el post parto, la necesidad de asegurar una adecuada alimentación de los chicos, como también el brindar una atención sanitaria a lo largo de toda una vida, el cuidar a nuestros abuelos y no recurrir a la eutanasia. Porque tampoco debe ‘submatarse’ con una insuficiente alimentación o una educación ausente o deficiente, que son formas de probar de una vida plena. Si hay una concepción que respetar, hay una vida que cuidar.”
-Muchos dicen que la oposición al aborto es una cuestión religiosa.
-“Que va… La mujer embarazada no lleva en el vientre un cepillo de dientes; tampoco un tumor. La ciencia enseña que desde el momento de la concepción, el nuevo ser tiene todo el código genético. Es impresionante. No es, entonces, una cuestión religiosa, sino claramente moral con base científica, porque estamos en presencia de un ser humano.
-¿Pero la graduación moral de la mujer que aborta es la misma que la de quien la practica?
-No hablaría de graduación. Pero sí a mí me da mucho más –no digo lástima-, sino compasión, en el sentido bíblico de la palabra, o sea, de compadecer y acompañar, una mujer que aborta por vaya uno a saber qué presiones, que aquellos profesionales –o no profesionales- que actúan por dinero y con una frialdad única. […] Esa frialdad contrasta con los problemas de conciencia, los remordimientos que, al cabo de unos años, tienen muchas mujeres que abortaron. Hay que estar en el confesonario y escuchar esos dramones, porque saben que mataron a un hijo.
(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pág. 91)
Educación sexual
“La iglesia no se opone a la educación sexual. Personalmente, creo que debe haberla a lo largo de todo el crecimiento de los chicos, adaptada a cada etapa. En verdad, la Iglesia siempre impartió educación sexual, aunque acepto que no siempre lo hizo de un modo adecuado. Lo que pasa es que actualmente muchos de los que levantan las banderas de la educación sexual la conciben separada de la persona humana. Entonces, en vez de contarse con una ley de educación sexual para la plenitud de la persona, para el amor, se cae en una ley para la genitalidad. Ésa es nuestra objeción. No queremos que se degrade a la persona humana. Nada más”.
(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pág. 92-93)
Cocina
–¿Cocina actualmente?
–No, no tengo tiempo. Pero cuando vivía en el colegio Máximo, de San Miguel, como los domingos no había cocinera, yo cocinaba para los estudiantes
–¿Y cocina bien?
–Bueno, nunca maté a nadie…
(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, p. 31)
Ping pong de preguntas y respuestas
–¿Cómo se presentaría ante un grupo que no lo conoce?
–Soy Jorge Bergoglio, cura. Es que me gusta ser cura.
–¿Un lugar en el mundo?
–Buenos Aires.
–¿Una persona?
–Mi abuela.
–¿Cómo prefiere enterarse de las noticias?
–Leyendo los diarios. La radio la enciendo para escuchar música clásica.
–Viaja mucho en el subterráneo, ¿es su transporte predilecto?
–Lo tomo casi siempre por la rapidez, pero me gusta más el colectivo, porque veo la calle.
–¿Tuvo novia?
–Sí. Formaba parte de la barra de amigos con la que íbamos a bailar.
–¿Por qué finalizó el noviazgo?
–Descubrí mi vocación religiosa.
–¿Tiene algún familiar que también abrazó la vocación religiosa?
–Sí, el hijo de mi hermana Marta. Es sacerdote jesuita como yo.
–¿Alguna afición?
–De joven coleccionaba estampillas. Ahora, leer, que me gusta mucho, y escuchar música.
–¿Una obra literaria?
–La poesía de Hölderlin me encanta. También, muchas obras de la literatura italiana. A I promesi sposi la habré leído cuatro veces. Otro tanto a La Divina Comedia. Me llegan Dostoievsky y Marechal.
–¿Borges? Usted lo trató.
–Ni qué decir. Además Borges tenía la genialidad de hablar prácticamente de cualquier cosa sin mandarse la parte.
–Borges era agnóstico.
–Un agnóstico que todas las noches rezaba el Padrenuestro, porque se lo había prometido a su madre y que murió asistido religiosamente.
–¿Una composición musical?
–Entre las que más admiro está la obertura Leonera número tres de Beethoven en la versión de Furtwängler, es a mi entender el mejor director de algunas de sus sinfonías y de las obras de Wagner.
–¿Le agrada el tango?
–Muchísimo. Es algo que me sale de adentro. Creo conocer bastante de sus dos etapas.
–¿Sabe bailarlo?
–Sí. Lo bailé de joven, aunque prefiero la milonga.
–¿Su deporte preferido?
–De joven, practicaba el básquet, pero me gustaba ir a la cancha a ver fútbol. Íbamos toda la familia, incluida mi mamá, a ver a San Lorenzo, el equipo de nuestros amores: mis padres era de Almagro, el barrio del club.
(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 118-120)
Nombramiento
-[Después de una conversación el Nuncio] “me informa: “Ah… una última cosa… fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires y la designación se hace pública el 20…” Así nomás, me lo dijo.
-¿Y cuál fue su reacción?
-“Me bloqueé. Como señalé antes, como consecuencia de un golpe, bueno o malo, siempre me bloqueo”.
[…]
-Por lo menos, díganos qué sentía cuando veía su nombre entre los grandes candidatos a Papa… [sobre el Cónclave del 2005].
-Pudor, vergüenza. Pensaba que los periodistas estaban locos.
(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 125-126)
Dolor y resentimiento
“El dolor, que es también otra llaga, es a campo abierto. El resentimiento es como una casa tomada, donde vive mucha gente hacinada que no tiene cielo. Mientras que el dolor es como una villa donde también hay hacinamiento, pero se ve el cielo. En otras palabras, el dolor está abierto a la oración, a la ternura, a la compañía de un amigo, a mil cosas que a uno lo dignifican. O sea, el dolor es una situación más sana. Así me lo dicta la experiencia”.
(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 143)